La negligencia médica se refiere a la falta de cuidado, habilidad o atención que un profesional de la salud proporciona a un paciente. Este descuido puede ocasionar un empeoramiento del estado de la salud de la persona tratada y, en los peores casos, hasta la muerte. Entre sus diversas consecuencias, se encuentra el daño moral.
Este tipo de negligencias pueden estar penadas mediante diferentes jurisdicciones. La persona que interpone la demanda por mala praxis sanitaria suele estar motivada por la búsqueda de un resarcimiento, que se traduce en una indemnización a través de la vía civil o administrativa. Asimismo, hay casos en los que se persigue una actuación del facultativo por el que se presentará una denuncia penal.
El daño moral surge cuando el paciente sufre dolos, angustia, estrés emocional u otro tipo de trauma psicológico debido a una mala praxis sanitaria. A pesar de que, normalmente, el daño tras una negligencia es físico, también pueden surgir daños emocionales o psicológicos.
Un ejemplo de este tipo de daño sería si un médico no realiza un diagnóstico adecuado de una enfermedad y esta empeora debido a la falta de tratamiento o a métodos incorrectos, se debe poner en valor el daño emocional del paciente por la preocupación o incertidumbre que puede experimentar.
Este daño moral se podrá acreditar a través de informes periciales, documentos médicos, partes psicológicos, recetas médicas y/o testimonios.
La indemnización en estos casos puede ser difíciles de estimar, pero la jurisprudencia es una guía fundamental en la que nos podremos guiar en atención a nuestro caso. Se han llegado a dar condenas por cuantías de 50.000 y 60.000 euros, pero eso quedará al criterio y prudencia del juzgador.
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